Matar el tiempo es matar la vida

Vivimos desbordados y siempre tenemos que hacer demasiadas cosas en muy poco tiempo. Padecemos el «Síndrome de compresión temporal». Se produce cuando nos comprometemos a hacer más cosas de las que razonablemente pueden realizarse en un determinado plazo de tiempo. Este síndrome provoca estrés y una conciencia debilitada, que acaba por doblarse bajo el peso de la presión temporal. Tensa nuestra alma.

El descanso y la relajación no están bien vistos en nuestra sociedad y se interpretan como signos de debilidad. La productividad lo es todo. Sin tiempo para recuperarnos, intentamos meter cada vez más actividades en nuestra jornada, estirándola al máximo con plazos imposibles que nos hacen sentirnos constantemente estresados por llegar tarde o no tener tiempo de terminar todo lo que queremos hacer. Somos unos glotones del castigo; soñamos con un futuro en el que podremos ponernos al día y, por fin, bajar el ritmo, pero no hacemos nada para que ese día llegue de verdad.

Hay un viejo refrán que dice que como haces una cosa es como haces todo. Si no puedes relajarte y disfrutar del presente, tienes un problema. […] La gente sufre crisis nerviosas constantemente, la industria de los ansiolíticos está en plena expansión, y las empresas farmacéuticas ganan miles de millones al año y están comprando todos los canales para seguir bombardeándonos con su absurda publicidad.

¿Cuál es el mensaje? «No tienes tiempo para parar, así que tómate esta mierda y sigue adelante, idiota». […] Hemos aceptado una visión del mundo en la que tenemos que parecer muy ocupados o no somos importantes. Tenemos que actuar y vestirnos de un modo determinado para poder encajar. […] El tiempo puede ser nuestro mejor regalo o nuestro mayor reto.

Nos morimos por tener más tiempo pero, a la vez, nos comprometemos a hacer cosas que no nos revitalizan ni ayudan a largo plazo. Nos quejamos de no tener tiempo, pero luego malgastamos el poco del que disponemos en tonterías que no propician nuestros sueños ni favorecen nuestra vitalidad. […] Millones de persones pasan la vida aparcadas en la silla de la oficina haciendo algo que no les apasiona. Cogen peso, comen mal y buscan distracciones soporíferas para pasar el tiempo.

No podemos recuperar el tiempo perdido, y la forma en la que invertimos nuestro tiempo se refleja en cada aspecto de nuestra vida. […] Intercambiar tiempo por dinero es el patrón que rige la economía, pero se trata de un modelo con graves deficiencias. […]

Mucha gente se va de vacaciones y planea tal cantidad de actividades que parece que está viviendo un martes normal yuxtapuesto en el paraíso. Las excursiones, el buceo, las actividades, viajar por la isla con el coche, visitar museos y ver espectáculos son una buena idea si no estás agotado y te falta tiempo de tu vida. Una buena solución pasa por darte permiso para decir que no a ciertas cosas y por crear el espacio mental y temporal necesario para relajarte, volver cansado de unas vacaciones es una locura. […]

Tener tiempo para uno mismo es lo más importante que podemos hacer por nuestro desarrollo personal y nuestra salud mental. Nuestra capacidad para elegir sabiamente y dedicar nuestro valioso tiempo a nuestros objetivos es una muestra real de control.

Mucha gente intenta estar a mil cosas a la vez y luego nos preguntamos por qué la mayoría no lo consigue. Cada una de estas tareas requiere tiempo y energía mental. Muchos de nosotros agotamos nuestra vitalidad y nuestra fuerza de voluntad intentando alimentar demasidas ideas, tareas, compromisos sociales y proyectos porque nunca hemos parado el tiempo de verdad ni hemos analizado adecuadamente nuestra situación. Aprendamos a decir que no.

Extracto del libro: «El monje urbano. Sabiduría oriental para occidentales» de Pedram Shojai. Editorial Aguilar.

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